¿Qué esperar en el primer ciclo de fertilización in vitro?

¿Qué esperar en el primer ciclo de fertilización in vitro?

El primer ciclo de fertilización in vitro (FIV) suele suscitar muchas dudas, inquietudes y expectativas. En nuestra experiencia, consideramos que disponer de información clara y precisa es fundamental para enfrentar cada etapa de este proceso con confianza. A lo largo de este artículo, abordaremos cada fase de un primer ciclo de FIV, destacando los aspectos clave que se suelen presentar y las consideraciones importantes para un resultado óptimo.

Evaluación inicial y preparación
Cuando iniciamos un primer ciclo de FIV, lo más frecuente es que se realicen estudios diagnósticos para evaluar la salud reproductiva de la pareja o persona interesada. Entre ellos destacan análisis hormonales, ecografías transvaginales y, en algunos casos, histerosalpingografía (HSG) o histeroscopia. También es común solicitar un seminograma para conocer la calidad y cantidad de espermatozoides.
A partir de estos resultados, definimos el protocolo de tratamiento: establecemos los medicamentos, las dosis y la estrategia adecuada. El objetivo es asegurarnos de que el organismo esté en las mejores condiciones para responder eficazmente a la estimulación ovárica y lograr la fertilización esperada.
Además, puede recomendarse llevar un estilo de vida saludable durante las semanas previas: evitar el consumo de tabaco y alcohol, mantener una dieta equilibrada y realizar actividad física moderada. Estas pautas favorecen la calidad de los óvulos y del endometrio, aumentando las posibilidades de éxito.

Estímulo ovárico controlado
La siguiente etapa es el estímulo ovárico, momento en el que se emplean fármacos hormonales para estimular el desarrollo de múltiples folículos en los ovarios. Durante el ciclo natural de la mujer, habitualmente un solo folículo madura y libera un óvulo. Sin embargo, para la FIV, buscamos maximizar el número de óvulos disponibles.
En este proceso, se administran hormonas como la FSH (Hormona Folículo Estimulante) y la LH (Hormona Luteinizante) de manera específica. En ocasiones, se utilizan análogos o antagonistas de GnRH para evitar la liberación prematura de los óvulos. El ajuste de dosis se realiza de forma personalizada, tomando en cuenta la edad de la paciente, la reserva ovárica y el historial clínico.
Durante este lapso, programamos visitas periódicas para realizar ecografías transvaginales y análisis de estradiol. Con ello, controlamos de cerca el crecimiento folicular y la concentración de hormonas, pudiendo ajustar la medicación si fuera necesario.

Monitoreo y sincronización
A lo largo de la estimulación ovárica, nos centramos en el seguimiento estrecho de la respuesta de los ovarios. El tamaño y la cantidad de folículos se miden con ecografías y, en función de su crecimiento y de los niveles hormonales, planificamos el momento exacto de la punción ovárica.
La sincronización juega un papel decisivo: cuando los folículos alcanzan el diámetro adecuado (por lo general, alrededor de 18 a 20 mm), administramos una inyección de hCG (Gonadotropina Coriónica Humana) o análogos de GnRH, la cual promueve la maduración final de los óvulos. Esta inyección se suele denominar “disparo ovulatorio” o “trigger shot” y es crucial para asegurar que los óvulos estén maduros en el momento de la extracción.

Punción folicular y extracción de óvulos
Aproximadamente entre 34 y 36 horas después de la inyección de hCG o del análogo de GnRH, realizamos la punción folicular. Este procedimiento, relativamente corto y poco doloroso, se efectúa generalmente bajo sedación suave o anestesia local. Con ayuda de una aguja guiada por ecografía, aspiramos el líquido folicular de cada ovario, donde se encuentran los óvulos.
Tras la extracción, el líquido se examina en el laboratorio para identificar y clasificar los óvulos obtenidos. De forma paralela, se recolecta la muestra de semen en el caso de las parejas heterosexuales. En caso de utilizar semen de donante, se descongela la muestra previamente seleccionada.
El número de óvulos que se recupera puede variar significativamente de una persona a otra, dependiendo de múltiples factores como la edad, la reserva ovárica y la respuesta a la medicación. Es importante recordar que la calidad de los óvulos resulta tan relevante como la cantidad, ya que influye directamente en la tasa de fertilización y en el potencial de desarrollo embrionario.

Fertilización de los óvulos
Una vez obtenidos los óvulos, los embriólogos evalúan su madurez y emplean la técnica de fertilización más adecuada. Existen dos métodos principales:

  1. FIV convencional: Se coloca una cantidad determinada de espermatozoides junto a cada óvulo en una placa de cultivo, para que la fertilización ocurra de manera “natural” en el laboratorio.

  2. ICSI (Inyección Intracitoplasmática de Espermatozoides): Consiste en inyectar un único espermatozoide directamente en el óvulo, una técnica particularmente eficaz cuando la calidad o movilidad de los espermatozoides es reducida.

La elección de la técnica depende de la evaluación del especialista. Posteriormente, los óvulos fertilizados se dejan en incubadoras especiales donde se controlan la temperatura y demás condiciones que imitan el ambiente uterino.
En las horas y días siguientes, analizamos la evolución de cada embrión, valorando su división celular y la regularidad de su desarrollo. Es común que no todos los óvulos fertilizados progresen satisfactoriamente, por lo que se seleccionan los embriones de mejor calidad para la transferencia.

Cultivo embrionario y clasificación
Durante los días posteriores a la fertilización, seguimos de cerca a los embriones en fase de división. Por lo general, entre el tercer y el quinto día de cultivo (etapa de blastocisto), se establece la fecha más propicia para llevar a cabo la transferencia embrionaria.
Para clasificar la calidad embrionaria, se observa la velocidad de división celular, la regularidad de las células y la ausencia de fragmentación excesiva. Los embriones con las mejores características tienden a tener mayores posibilidades de implantación, aunque este factor no siempre es determinante.
En determinados casos, se realiza un cultivo prolongado hasta blastocisto. Este enfoque consiste en permitir que el embrión se desarrolle hasta su día 5 o 6, lo que posibilita una evaluación más completa de su viabilidad y potencial de implantación. También se puede aplicar el diagnóstico genético preimplantacional (PGT) en aquellos casos donde exista riesgo de transmisión de una enfermedad genética o anomalía cromosómica.

Transferencia embrionaria al útero
La transferencia de embriones suele ser uno de los momentos más emocionantes en el primer ciclo de FIV. Llevamos a cabo este procedimiento en un entorno controlado, utilizando un catéter delgado que deposita el embrión o los embriones seleccionados dentro de la cavidad uterina. Por lo general, este paso no es doloroso y se efectúa sin necesidad de sedación.
La cantidad de embriones a transferir depende de diversos factores, incluyendo la normativa del país, la calidad embrionaria y la recomendación del equipo médico. En muchos lugares, se sugiere la transferencia de un único embrión (elective single embryo transfer) para reducir el riesgo de embarazos múltiples y sus posibles complicaciones.
Tras la transferencia, recomendamos reposo relativo durante el resto del día. Sin embargo, no es necesario guardar cama por largos periodos. Es esencial evitar la tensión y las situaciones de estrés, por lo que se sugiere mantener actividades suaves que no impliquen un esfuerzo físico excesivo.

La fase lútea y la espera
Luego de la transferencia, comienza la fase lútea, un periodo de espera que oscila entre 10 y 14 días antes de poder realizar la prueba de embarazo en sangre (beta-hCG). Este intervalo puede resultar emocionalmente difícil, ya que es normal experimentar ansiedad, temores y expectativas constantes.
Durante este lapso, recomendamos mantener un contacto fluido con el equipo médico. Es común prescribir suplementos hormonales, como progesterona, para favorecer la implantación embrionaria y mejorar las condiciones del endometrio. Es importante seguir las indicaciones al pie de la letra, respetando horarios y dosis.
A menudo, se aconseja llevar una vida lo más normal posible, sin esfuerzos extremos ni cambios bruscos de rutina. Evitar el alcohol, el tabaco y tratar de mantener un ambiente relajado puede contribuir a un mejor estado de ánimo y, en consecuencia, a un entorno más favorable para la implantación.

Resultado de la prueba de embarazo
Una vez transcurrido el tiempo recomendado, se realiza la prueba de embarazo en sangre. Este análisis mide la concentración de la hormona beta-hCG, la cual indica si ha habido implantación. En caso de ser positivo, se programan ecografías de seguimiento para confirmar la evolución del embarazo. De ser negativo, se valora la posibilidad de intentarlo en un ciclo posterior, ya sea con embriones criopreservados (si los hay) o mediante un nuevo ciclo de FIV.
Es fundamental, tanto en resultados positivos como negativos, contar con el respaldo de profesionales y de un entorno familiar o de apoyo. La experiencia emocional puede ser muy intensa, por lo que resulta aconsejable gestionar las expectativas y compartir las inquietudes con el equipo médico o con grupos de apoyo que comprendan el proceso.

Posibles efectos secundarios y complicaciones
En el primer ciclo de fertilización in vitro, es normal sentir algunas molestias y efectos relacionados con la medicación hormonal. Entre los más habituales se incluyen:

  • Dolor o sensibilidad en los senos.

  • Hinchazón o malestar abdominal.

  • Cambios de humor e irritabilidad.

En casos raros, puede aparecer el síndrome de hiperestimulación ovárica (SHO), que provoca una respuesta excesiva a la medicación. Si esto sucediera, es imprescindible buscar atención médica inmediata para su correcta evaluación y manejo.

Apoyo psicológico y bienestar integral
El primer ciclo de FIV no solo implica procedimientos médicos, sino también un proceso emocional intenso. Es frecuente sentirse vulnerable o preocupado ante la incertidumbre de los resultados. Por ello, a menudo recomendamos el acompañamiento psicológico, grupos de apoyo o terapias alternativas que ayuden a manejar el estrés y la ansiedad.
En este sentido, mantener una comunicación abierta con la pareja o con el entorno cercano puede ser de gran ayuda. Conversar sobre las expectativas, miedos y planes futuros sirve de soporte, además de acercar la tranquilidad y comprensión necesaria para sobrellevar este período.

Nuestro consejo
En un primer ciclo de fertilización in vitro, cada fase –desde la evaluación inicial hasta la transferencia embrionaria– requiere dedicación, paciencia y un buen entendimiento del proceso. Nuestro propósito es acompañar en cada paso, brindar información detallada y ofrecer un enfoque integral para aumentar las probabilidades de éxito.
Aunque las vivencias pueden variar de una persona a otra, conocer de antemano lo que se puede esperar habitualmente brinda confianza y seguridad. La FIV constituye uno de los tratamientos de reproducción asistida con mayor tasa de efectividad, sobre todo cuando se aplican protocolos personalizados y se cuenta con el equipo médico adecuado.