¿Qué hacer si un tratamiento de fertilidad no tiene éxito?

¿Qué hacer si un tratamiento de fertilidad no tiene éxito?

Cuando un tratamiento de fertilidad no arroja los resultados esperados, la frustración y la incertidumbre pueden generar un gran impacto emocional. Aun así, es importante saber que no se trata necesariamente de un punto final. Existen diversas alternativas, enfoques y recursos de apoyo para encarar esta situación y seguir adelante de manera más informada. En este artículo, explicaremos qué suele ocurrir cuando un ciclo o procedimiento de reproducción asistida fracasa, y cuáles pueden ser los siguientes pasos para reorientar las opciones y mantener viva la esperanza de lograr un embarazo.

Reflexionar sobre los resultados obtenidos
El primer paso al enfrentar un resultado negativo en un procedimiento de fertilidad consiste en revisar el proceso de manera integral. Evaluar qué salió bien y qué factores pudieron haber influido en la falta de éxito es esencial para ajustar estrategias en futuros intentos.
Podemos considerar distintos aspectos: la calidad de los óvulos, la calidad del semen, la sincronización del ciclo y la respuesta a los medicamentos. Adicionalmente, resulta conveniente tomar en cuenta factores hormonales o anatómicos que podrían afectar la implantación embrionaria. Un repaso exhaustivo de los informes médicos, las ecografías, los análisis de sangre y cualquier estudio complementario aportará pistas valiosas para la toma de decisiones.

Conversar con el equipo médico
Tras un intento de reproducción asistida que no prospera, se recomienda agendar una consulta con el equipo médico. Ellos revisarán todas las fases del tratamiento y propondrán ajustes específicos para reforzar las probabilidades de éxito en un nuevo intento.
En esta revisión, es importante plantear preguntas concretas acerca de la estimulación ovárica, las dosis de fármacos empleadas, la calidad embrionaria y la tasa de fertilización conseguida. Con estos datos, el especialista puede determinar si es preciso modificar el protocolo, cambiar la medicación o implementar exámenes adicionales.
Algunas de las pruebas complementarias que pueden sugerirse incluyen estudios genéticos preimplantacionales (PGT) y exámenes más específicos para detectar problemas inmunológicos o alteraciones uterinas. Gracias a estas evaluaciones, podemos identificar obstáculos que no se habían manifestado en análisis iniciales.

Atender el aspecto emocional
Más allá de los factores clínicos, un resultado negativo en un tratamiento de fertilidad puede acarrear un desgaste emocional considerable. La ansiedad, el estrés y la sensación de pérdida son reacciones comunes que pueden afectar la estabilidad psicológica y, a la larga, la propia salud reproductiva.
En muchos casos, es beneficioso buscar apoyo profesional de un psicólogo especializado en fertilidad o participar en grupos de apoyo donde otras personas comparten experiencias similares. Brindar espacio a la expresión de emociones, temores y frustraciones ayuda a encarar mejor un próximo intento.
Existen técnicas de relajación y manejo de la ansiedad, como la meditación, el yoga o la práctica de ejercicio moderado, que pueden contribuir a restablecer un equilibrio emocional. Mantener una comunicación abierta con la pareja o con el entorno cercano también juega un papel crucial para sobrellevar el duelo y renovar las fuerzas.

Reevaluar las opciones disponibles
Cada historia de fertilidad es única, y las posibilidades de un nuevo intento de fecundación in vitro (FIV), inseminación artificial o procedimientos de alta complejidad dependen de múltiples factores. En algunos casos, repetir el tratamiento con ajustes puntuales se convierte en la solución más adecuada. En otros, se sugiere explorar vías alternativas para aumentar las probabilidades de éxito.

  1. Cambiar el protocolo de estimulación
    A veces, basta con modificar las dosis de gonadotropinas o incorporar nuevos medicamentos para mejorar la respuesta ovárica. Cada mujer responde de forma diferente a la estimulación, por lo que encontrar el protocolo ideal puede requerir varios ajustes.

  2. Utilizar métodos de laboratorio complementarios
    Cuando la fecundación de los óvulos es deficiente o la calidad embrionaria no alcanza los estándares deseados, contemplamos recursos adicionales, como la ICSI (Inyección Intracitoplasmática de Espermatozoides), la tecnología Time-Lapse para un seguimiento detallado de los embriones o la aplicación de técnicas de cultivo más avanzadas.

  3. Diagnóstico genético preimplantacional (PGT)
    Si sospechamos de anomalías genéticas o hay antecedentes de abortos de repetición, el PGT permite analizar los embriones antes de la transferencia. De este modo, se seleccionan aquellos sin alteraciones cromosómicas o con mayor probabilidad de implantación.

  4. Valorar la donación de óvulos o espermatozoides
    En aquellos casos en los que la reserva ovárica es limitada o la calidad de los gametos no resulta óptima, planteamos la posibilidad de recurrir a gametos donados. Esto ofrece una nueva vía para lograr un embarazo cuando la alternativa de usar los propios óvulos o espermatozoides se ve comprometida.

  5. Tener en cuenta el estado del útero y el endometrio
    En ocasiones, la causa de un fallo repetido en la implantación puede estar relacionada con alteraciones uterinas (pólipos, miomas, sinequias) o con la receptividad del endometrio. Un estudio exhaustivo de la anatomía uterina a través de ecografía 3D, histeroscopia o incluso de un análisis de receptividad endometrial (ERA) podría aclarar problemas que pasaron inadvertidos.

Explorar cambios en el estilo de vida
Aunque no existe una fórmula infalible para lograr el embarazo, llevar un estilo de vida saludable puede marcar diferencias en la fertilidad. Ajustar hábitos de alimentación, incorporar suplementos vitamínicos recomendados por el especialista y gestionar mejor el estrés contribuyen a optimizar el terreno biológico.
También se recomienda revisar factores como el índice de masa corporal (IMC), ya que tanto el sobrepeso como el bajo peso pueden influir en la calidad ovárica y en la producción de hormonas. Mantener un rango saludable, con un balance adecuado entre nutrientes y actividad física, ayuda a equilibrar el organismo.

Buscar una segunda opinión
En algunas circunstancias, sobre todo si se han realizado varios intentos sin éxito, evaluar una segunda opinión médica puede aportar una perspectiva distinta. Cada clínica o equipo de fertilidad cuenta con su propia experiencia, tecnología y protocolo de abordaje. Un nuevo enfoque puede descubrir alternativas o tratamientos que no se habían considerado antes.
La decisión de cambiar de clínica o de médico no debe tomarse a la ligera, pero forma parte del derecho a recibir la mejor atención posible. Si hay dudas sobre el diagnóstico inicial o no se han contemplado ciertas pruebas avanzadas, consultar con otro profesional bien capacitado puede arrojar luz adicional sobre el camino a seguir.

Considerar la fertilización in vitro con embriones criopreservados
En caso de haber embriones congelados de buena calidad procedentes de un intento anterior, se analiza la posibilidad de transferirlos en un ciclo posterior. Muchas veces, la transferencia en diferido (FIV diferida) puede ofrecer mejores condiciones de receptividad uterina y reducir la exposición a altos niveles hormonales.
Además, conservar embriones permite disminuir el costo y el desgaste físico y emocional de someterse a nuevas extracciones de óvulos y ciclos de estimulación. Esta es una opción recurrente que valoramos cuando el tratamiento inicial no alcanza el éxito esperado.

Evaluar la adopción de embriones
En las situaciones donde no resulta viable emplear gametos propios o donados de forma habitual, la adopción de embriones aparece como una alternativa. Esto implica que otra pareja ha donado embriones criopreservados que no van a emplear. Se trata de un procedimiento reglamentado que exige cumplir con ciertos lineamientos legales y éticos, y que puede ser una oportunidad de maternidad/paternidad en casos específicos.

Mantener la comunicación con la pareja o el entorno
El apoyo emocional y la cohesión de la pareja suelen verse afectados cuando un tratamiento de fertilidad fracasa. Sin embargo, compartir preocupaciones y metas puede fortalecer la relación y permitir que ambos enfrenten juntos las dificultades que van surgiendo.
En caso de que el camino hacia la gestación incluya la asesoría de profesionales de la salud mental, es conveniente que la pareja participe de forma conjunta en las sesiones para alinear expectativas y abordar conflictos que puedan surgir. Esto ayuda a no perder de vista que el objetivo común es formar una familia, y que cada paso, aunque difícil, es un acercamiento a esa meta.

Analizar los costos y la planificación a largo plazo
Cuando consideramos nuevos tratamientos tras un intento fallido, es importante revisar las implicaciones financieras que conlleva la medicina reproductiva. Los tratamientos de fertilidad pueden implicar costos elevados y requerir presupuestos o seguros médicos específicos.
Planificar con anticipación y analizar ayudas, financiamientos o coberturas de salud puede traer mayor tranquilidad al afrontar nuevos procedimientos. Asimismo, contemplar el factor tiempo y la disponibilidad laboral o personal es un aspecto crucial, ya que la reproducción asistida exige citas médicas frecuentes, pruebas diagnósticas y un seguimiento continuo.

Insistir en la perseverancia y la búsqueda informada
Un intento de fertilidad que no llega a buen puerto no implica el fin del camino. Para muchas personas, los fracasos iniciales forman parte de un aprendizaje que conduce a un diagnóstico más certero y a una estrategia mejor afinada.
La perseverancia, respaldada por un equipo médico especializado y una actitud abierta a nuevas posibilidades, suele incrementar las probabilidades de éxito. Mantener la motivación puede ser complejo, pero la determinación, combinada con la búsqueda constante de información y el adecuado acompañamiento emocional, sientan las bases para continuar avanzando.

Nuestro consejo
Cuando un tratamiento de fertilidad no logra el resultado anhelado, aparecen dudas y temores que pueden dificultar la toma de decisiones. Sin embargo, contar con información precisa sobre las posibles causas, las pruebas complementarias, las opciones de tratamiento y el apoyo necesario permite enfrentar el siguiente paso con mayor confianza. Evaluar el protocolo seguido, ajustar la medicación, investigar métodos adicionales o considerar la donación de gametos son solo algunas de las múltiples alternativas que se abren ante un resultado fallido.
La clave radica en la resiliencia y en la colaboración estrecha con un equipo médico de confianza que, no solo ofrezca soluciones clínicas, sino también orientación emocional y psicológica. Por último, entender que el camino a la maternidad o paternidad puede ser complejo nos ayuda a asumirlo con realismo y determinación, sin perder la esperanza ni la motivación.